Un juego que comienza en un espacio de trabajo aburrido, pero que acaba convirtiéndose en una magnífica locura detrás del telón de las primeras apariencias.
Stanley tiene una vida tediosa en su trabajo, donde cada día es obligado a pulsar diferentes botones cuando se le ordena. Así un día tras otro, hasta que asumimos su control y todo cambia, porque esas órdenes dejan de llegar, y son nuestras decisiones lo que moverán al personaje a partir de ése momento.
A parte de lo intrigante que resulta que el narrador nos hable directamente y discuta nuestras decisiones porque no es lo que estaba previsto, otro gran punto es cómo cambia el entorno que nos cobija en un principio cuando decidimos atravesar la pared oculta en el despacho de dirección e ir más allá. Porque en lo que he podido jugar ya sorprende cómo el espacio de trabajo pasa a ser un almacén, un centro de vigilancia, un museo…
Toda una aventura sobre la narrativa y el libre albedrío envuelto en espacios curiosos con mucho mensaje.